3/12/10

El duelo: pérdida-aceptación-transformación (II)

Lo que la oruga interpreta como el fin del mundo,
es lo que su dueño denomina mariposa.
Richard Bach


No hay recetas a la hora de superar un duelo. Hay quienes las dan, yo no lo hago. Básicamente, porque en su momento yo misma he tenido que señalar mis duelos en la lista que os he dejado antes, y he visto que eran muchos más de los que creía, y que cualquier receta no sólo me hubiera servido para poco sino que, por muy seductora que parezcan, las recetas suelen hablar más de la persona que las emite que del interesado en "sanar". Lo cierto es que a la hora del duelo, todo el mundo busca recetas más o menos "mágicas", todo el mundo anhela escapar del dolor, y en muchas ocasiones -más de lo que se piensa- se suele caer en el placebo, cuando no en manos de profesionales que a la hora de no saber qué decir nos dirán, por ejemplo, "que el tiempo todo lo cura".
No siempre es verdad. El tiempo no lo cura todo, y además no tiene por qué hacerlo: no si tú no buscas los apoyos y los recursos que necesitas para que ese duelo se resuelva. No si tú no puedes, y no si tú no quieres, y no si tú no sabes que no quieres. Este último punto es bien importante, así que lo repetiré: no si tú no sabes que no quieres. Me dirás entonces que eso es imposible, que ni remotamente se te ocurriría seguir aferrado a ese dolor... lo cual nos llevará ni más ni menos que a tu deseo eficaz y pertinaz de aferrarte a él porque eso es todo lo que te queda después de la pérdida. 
Muchas veces sucede que ante la difícultad de elección entre vacío y dolor, preferimos el dolor. Tanto es así que nos aferramos a él con la misma intensidad conque nos aferramos al placer, postergando la aceptación de la pérdida. No digo que en todos los casos, pero esto suele ser mucho más frecuente de lo que parece. Tal es así, que ante un revés del destino puede pasar que te quedes paralizado. Incluso para aquellos que ante la pérdida de una pareja, buscan la salida en la sustitución inmediata del amado, se da el caso de una paralización disfrazada: sea el sustituto completamente opuesto o muy similar al objeto de amor perdido, estaremos centrando toda nuestra atención en la pérdida, y no sólo no resolvemos el duelo, sino que se nos hará imposible su asimilación y resolución. 
Sea que nos centremos en el pasado y nos aislemos del resto del mundo por miedo a volver a sufrir, sea que nos centremos en el futuro para olvidar por la fuerza y a toda costa el dolor que nos mantiene anclados a la pérdida, lo que evitamos enfrentar en ambos casos es la vivencia pura y cristalina del presente. Y nos duela más o nos duela menos, si queremos resolver un duelo y salir bien parados del revés, lo que se aconseja es que podamos vivenciarlo en tiempo presente.
Empieza, pues, por aquí. Empieza por hoy. Empieza por ahora. Y sobre todo: no te aisles. Atrévete a hablar de ello. Busca personas empáticas que sean capaces de escuchar durante horas, que te dén seguridad; personas pacientes, amorosas, capaces de permanecer en silencio respetuoso mientras tú te explayas, gente que te permita expresar libremente tus sentimientos, sean de la naturaleza que sean, ya que tus sentimientos valen y forman parte de tu proceso. Si notas que en algún momento cambian de tema y te dejan con la palabra en la boca o "desaparecen", no las juzgues: es que simplemente no están preparadas para ayudarte. Tampoco permitas que te juzguen a ti. Evita a quienes sugieran que puede ser bueno sufrir a solas, reemplazar lo perdido, mantenerse ocupado o acaso "buscar una distracción". Esto funciona como los antidepresivos, ya que ocultan el dolor, no lo hacen desaparecer. Ninguna distracción o entretenimiento, ningún consejo gratuito o receta que tienda al falso optimismo te servirá para superar ese dolor. Un duelo por pérdida -sea de la naturaleza que sea- merece tu observación consciente, tu plena atención en ti mismo, tu respeto y el de los demás. 
Hoy día se oye hablar mucho de ego, nueva conciencia, nueva era, desarrollo personal, karma, mente, iniciación, existencia, amor a chorros, plan cósmico, desapego, etc. Mucha teoría, aunque la mar de las veces cuando llega el momento de poner en práctica todos estos conceptos nos quedemos en ello: en el concepto. De hecho son unos conceptos muy bellos, rescatados de la filosofía perenne, lo cual los justifica pero no los dignifica. No cuando quien los nombra no habla desde la propia experiencia sino desde la repetición, y no cuando esos conceptos no resuenan más allá del ding dong de las palabras. Conoce el desapego aquel que habiendo perdido, ha sabido remontar desde el abismo asfixiante del vacío hacia la recuperación de la propia integridad, sabiendo bien quién es. Un corazón que se hace pedazos sigue siendo un corazón, mejor eso que no tener ninguno. Llegado a este punto, un corazón que conoce ya no se pregunta
¿por qué tenía que pasarme esto a mí?
sino 
¿para qué?


Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernández

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha gustado mucho el hincapié que haces en el aferramiento al dolor. Es verdad que a veces preferimos el dolor al vacío, es un poco el ejercicio de gatoflorismo típico de ciertas mujeres que usan el victimismo para no tener que aceptar relaciones con fecha de caducidad. También me gusta la manera en que enfocas el tarot, llevo años echándolo y empiezo a notar que la tendencia es ésta, un poco también por salvar la profesión y dignificarla. Gracias. Un abrazo.

Mercedes Thepinkant dijo...

Un poco intuía yo que la cosa iba por ahí...

Gracias, me ha servido.

Besos

La Sembradora dijo...

No es aconsejable analizarlo con la cabeza sino con el corazón emocional. Desde la cabeza reconoces el gatoflorismo, pero no lo modificas, ya que al analizarlo lo justificas y asientas. Cuando lo comprendes desde el corazón -no digo que sea fácil- el momento siempre es AHORA, ¿y a quién se le ocurriría juzgar lo que está sucediendo ahora mismo? Siempre que hacemos juicios los hacemos sobre pasado o futuro, pero en el
ahora... actuamos. Los cambios siempre se producen ahora, nunca mañana, por eso es tan difícil... pero cuando aprendes a respirar tu momento presente notas el cambio.
Besos a las dos :+