7/11/10

El amor en los tiempos del cólera



Este título da mucho juego para referirnos hoy no al amor en los tiempos de una epidemia como la que describe García Márquez en su novela, sino a otro tipo de epidemia: la de cólera por amor -o desamor- tan en vigencia actualmente. No hablaremos, pues, del cólera, sino de la cólera como emoción equivalente a la ira, en sus proyecciones de resentimiento, rencor y celos. Fijaos cómo un simple artículo puede cambiar de cabo a rabo un significado. El amor en los tiempos del cólera, o más bien: el amor en los tiempos de la cólera; nuestro tiempo.
La ira como emoción removedora y catártica puede ser beneficiosa; y siempre y cuando no se haga costumbre, la libre expresión de esa energía será menos perniciosa que su represión. Cuando la ira se reprime es posible que tarde o temprano acabe manifestándose a través del cuerpo en forma de síntoma o enfermedad. Por eso ciertas terapias recomiendan tener a mano un punching-ball o darle fuerte a unos cojines. Esto no es ninguna broma: cuando la decepción produce ira, es preferible descargarla que reprimirla.
Parece una contradicción, ¿verdad?, hablar de amor y de cólera; sin embargo, el contraste no es sólo significativo sino que a veces solemos confundir el amor con algo muy diferente: la posesión. Esto suele suceder mucho más a menudo de lo que se piensa. La posesión no es un sentimiento sino un instinto que como tal proviene –dicho vulgarmente- “de los bajos” (1ero. y 2do. chakras), algo más relacionado con la conservación o la necesidadque con el amor en sí.
Pero esto es lo que creemos cuando nos referimos al amor: que por habernos entregado, el otro debería recompensarnos de la misma manera, y cuando esto no sucede surjen la tristeza, la rabia y finalmente la ira. Llevado al campo del Tarot, la trilogía Luna-Fuerza-Diablo podría estar representando una relación donde predominen claramente los celos. También podría tratarse de un vínculo de violencia, desconfianza o resentimiento, es decir: todo lo contrario del amor. Y cuando digo que podría, es porque utilizo estas cartas como ejemplo aislado, ya que el Tarot -como el Universo y tu propio universo personal- es una constelación que no puede aislarse de la totalidad.
En mis años de experiencia como tarotista me he topado con cientos de casos de mujeres que aman demasiado –o creen amar, ya que nunca se ama demasiado, no puede amarse demasiado: el amor es, por tanto, se ama o no se ama- y que a pesar de no ser correspondidas no dejan de bregar por una relación la mar de las veces imposible, cuando no inexistente: “Pero yo sé que él me quiere y no se atreve a admitirlo”, suele ser el argumento. Pues bien: en este punto es importante destacar la presencia de un mecanismo de defensa muy común llamado proyección, que es cuando depositamos en la persona amada –o deseada- nuestro propio sentimiento, y se lo atribuimos al otro. La tarea del taroterapeuta (me gusta llamarlo así) consiste en hacerle saber al consultante cuánto hay de verdadero en ese sentimiento, y cuánto de proyección.
Pero, ojo: no será el profesional quien llegue a conclusiones precipitadas, sino que facilitará al consultante los elementos necesarios para que él mismo lo descubra. Éste es un punto fundamental que quiero destacar, y que debería ser la base de trabajo de todo buen taroterapeuta: no dar recetas, ni velas, ni pretender hacer magia, ni dar rituales, ni buscar culpables, ni ir por el mundo asegurando que lo sabe todo y que si el consultante no hace lo que le dice mañana se redoblará su malasuerte. Y no porque no exista la magia, sino justamente al revés: la magia existe, pero es una cosa tan seria y responde a conocimientos tan antiguos y profundos -herméticos- que no merece ser banalizada ni convertida en elemento de marketing para ganar clientes.
Más allá de la manera en que nos acerquemos al Tarot –sea como herramienta oracular, sea como herramienta terapéutica- lo concreto es que el amor no correspondido suele despertar decepción, y hasta cólera. Se trata, además, de un proceso de duelo. Entender este desencuentro de almas como parte del gran aprendizaje que es el vivir realmente despiertos, nos llevará a comprender que el amor nunca puede ser tiempo perdido, y sobre todo, que el amor sólo puede serlo cuando no espera recompensa. El amor sale de mí hacia ti, y nada espera. Lo cual no debe confundirse, en manera alguna, con la idea de que podemos amar también a quien no nos respeta, o que bajo ese lema podemos justificar cualquier dependencia que disfrazada bajo la forma de amor, esconde servilismos e inseguridades a tratar con algo más que la ayuda del Tarot.
Si bien es verdad que hemos sido educados en la creencia de que el amor debe ser recompensado, en realidad se trata del único sentimiento que no espera, porque si lo hiciera ¡no sería amor! Parece sencillo, ¿verdad? Sin embargo… ¡qué difícil es!
De ahí que proliferen los pitonisos prometedores de amores imposibles, y haya gente que se gaste cantidades ingentes de dinero en “trabajos” y recetas mágicas para conseguir a la chica o al chico de sus sueños. No hay magia, sin embargo, que pueda conseguir el amor hacia uno mismo. Para eso se necesita algo más que promesas de futuro para aliviar la soledad o el tedio: se necesita, sobre todo, autoconocimiento, conciencia, autoestima. Y ésta es una capacidad que sólo tú puedes desarrollar y que no puede venderte ningún pitoniso.

No hay comentarios: